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imagen mismo precio, menos producto

En los últimos tiempos, muchos productos han experimentado un cambio en su presentación, en la cantidad que hay dentro del paquete. En algunos casos, es imperceptible, en otros, los consumidores han notado el cambio. «¡¡Está más chiquito el dulce de leche!!».

De esta manera se mantiene el precio o aumenta un porcentaje menor, de lo que debería en realidad, equiparando el precio real, restando cantidad en cada producto. Es decir MISMO PRECIO, MENOS PRODUCTO.

Esta situación, conocida como «shrinkflation» o «reduflación«, la práctica más común llevada a cabo por las empresas para luchar contra la inflación.

CARRERA CONTRA LA HIPERINFLACIÓN

Esta práctica se da cuando hay un contexto inflacionario de incertidumbre, como Argentina que cerró el 2022 con 94,75% de inflación. Son necesarias para ambas partes, ya que los aumentos en el precio final del producto, se hacen notorias y al bolsillo de los consumidores se hace imposible comprar.

Este fenómeno puede ocurrir debido a un aumento de los costos de producción y para mantener los precios bajos y competitivos, las empresas reducen la cantidad de producto en su presentación. Sin embargo, esto puede generar descontento entre los consumidores, quienes ven su poder adquisitivo disminuido y sienten que están siendo engañados. También es necesario que halla transparencia en el etiquetado de los productos.

LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS

Las empresas restando un 3% o 5%, aproximadamente, por cada producto y manteniendo el precio, lo que es invisible al consumidor, los traducen en ganancias para la marca.

Por ejemplo, una empresa que elabora snacks en paquetes de 137 gramos, quita 7 gramos de su paquete, por lo que ahora son 130grs., el cliente no lo nota y la empresa cada 19 paquetes tiene uno más, esto multiplicado por las toneladas fabricadas, representa un «aumento hormiga», pasan desapercibidos.

Restando entre un 10% y 20% se genera un nuevo producto, que los consumidores si notan, tiene aumento la mayoría de las veces, pero un porcentaje que permite que el cliente continúe consumiendo la marca y mantiene el volumen de ventas.

Por ejemplo, «Una marca de lácteos que fabrica dulce de leche, convirtió su tradicional pote de 500 grs a uno de 400 grs, esto no paso desapercibido ante los ojos del consumidor, pero su precio ante otra marca, es mas económico, por lo que el cliente elige «el más barato», aunque en la comparación de precio por kilo es más caro.

Este fenómeno no se circunscribe solo al sector de alimentos, sino que también se observa en otros productos de perfumería, higiene y limpieza y otros artículos básicos.

Todo esto potenciado en los últimos meses por la estrategias del Gobierno Nacional de obligar a las empresas a retrotraer hasta dos meses los precios de múltiples productos, pese al incremento reiterado de costos, materia prima, mano de obra, entre otros.

CONSEJOS

  1. Controlar siempre los gramos o litros de cada paquete.
  2. Controlar el precio por kilogramo o litro
  3. No consumir siempre la misma marca o cambiar de una a otra según las oscilaciones y ofertas
  4. Comparar los alimentos de la misma categoría. 
  5. Chequear sus ingredientes.
  6. Conocer las necesidades y prioridades antes de elegir un producto.
  7. Elegir en qué vale pena invertir un poco más de dinero y en que puedo abaratar costos.
  8. Tener en cuenta las ofertas y promociones

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