En 2015 me convocó Independiente para llevar adelante un proyecto de articulación pedagógica para futbolistas de pensión que venía desarrollando en Vélez. Fue un trabajo maravilloso que tuve la oportunidad de desarrollar durante seis años, con un gran equipo de profesionales que se comprometió con un proyecto que propone cuidar y escuchar a los chicos en un contexto como el fútbol que es un trituradora de carne. Tres años después tuvimos que enfrentarnos a casos de abuso. Gracias al convencimiento de una idea y al apoyo incondicional del club, estos jóvenes confiaron en nosotros.
El primer encuentro fue en una mesa en la pizzería Imperio, en Villa Crespo. Convoqué a parte del equipo de profesionales que trabajaba conmigo en la pensión de Independiente, dos mujeres y dos hombres, dos del ámbito de la Psicología y dos del de Educación. La noche anterior no había dormido, no sabía que después iba a tener un mes más así. Les conté lo que sabía, fue muy duro, angustiante, nos miramos desconcertados, no imaginamos que podía suceder algo así, ninguno sabía que estas situaciones sucedían en el mundo del fútbol juvenil.
Tomamos la decisión de legitimar con todos los chicos que nosotros sabíamos lo que estaba sucediendo. Hicimos una reunión, les explicamos que ninguno de ellos había hecho nada malo y que las personas que los contactaban estaban incurriendo en un delito, que confiaran en nosotros, que los queríamos ayudar y acompañar.
Algunos estaban muy incómodos con esa charla y hubo diferentes reacciones, todas en un marco de absoluto respeto, lo que genera el encuadre de trabajo y de acompañamiento que teníamos en esa pensión, que era una familia. Varios se acercaron y confiaron, mientras que otros lo hicieron a medida que fueron pudiendo. La coordinación de fútbol y las autoridades del club fueron informadas y decidieron realizar la denuncia. Todo lo que sucedió en las siguientes tres semanas fue muy difícil: con una hija de un año y medio, durante 20 días solo volvía a mi casa de madrugada para bañarme y cambiarme de ropa, prácticamente no dormí.
Me tocó levantar el teléfono y contarle a una madre por la situación que estaba pasando su hijo. En medio de la angustia me decían: “Gracias profesor por todo lo que hacen por los chicos”. Me llevó mucho tiempo entender por qué me agradecían. Durante dos años acompañamos a cada una de las víctimas a pericias, a espacios terapéuticos especializados, trajimos a familias enteras a acompañar a sus hijos en momentos complejos como una cámara Gesell, por ejemplo. Tuve que aprender de un tema del que no tenía mayores conocimientos. La fiscal Soledad Garibaldi y su equipo nos enseñaron mucho, a mí a todo el equipo de profesionales, a las familias y a los chicos, su calidez humana estuvo a la altura de todo lo que veníamos haciendo, lo que tuvo un equilibrio que hizo que todo fluyera.
Las autoridades de Independiente acompañaron, fueron respetuosas, hicieron todo lo que les pedí, y más allá de lo que se está viviendo actualmente, estuvieron a la vanguardia, siendo el primer club del mundo en realizar este tipo de denuncia.
Cuando terminó el Mundial pensé en todos los campeones del mundo que pasaron por pensiones y vieron, escucharon de un compañero o sufrieron en carne propia esta locura, una locura en la que todos sufren, las víctimas, que la mayoría no puede contarlo y convive con eso toda su vida, y el que sabe de un compañero que lo sufrió. De esto, todos los actores del fútbol son cómplices hace más de cuarenta años. Pero ahora que salimos campeones del mundo quizás las autoridades tomen nota y hagan algo al respecto. Alguien de la AFA me dijo que están trabajando en el tema, les ofrecí mi ayuda desinteresada y les dije que mientras no vea avances, seguiré denunciando.
Hace poco tuve una capacitación sobre los propósitos que uno tiene en la vida, sin dudas el acompañamiento a pibes y pibas víctimas de abuso es uno de los míos. En un país donde cada vez hay mayor pobreza y más situaciones de vulnerabilidad, va a haber muchos delincuentes que van a querer seguir aprovechándose de esto. Tiene que ser un tema que nos comprometa como sociedad y cada uno pueda poner su granito de arena.
Hace dos años que ya no trabajo en el club ni en el mundo del fútbol. Pasaron cinco años de la mal llamada Causa de Independiente y no hay detenidos, no hay juicio, no pasa absolutamente nada. A raíz de esta causa aparecieron muchísimos pibes y pibas que se animaron a hablar, ahí comienza la sanación.
Tengo claro que a los clubes de fútbol no les gusta salir en los diarios ni en las noticias por temas como estos, pero aún así hicieron las cosas bien. Si sabés y no denuncias sos cómplice, no hay grises. Queremos Justicia, pasaron cinco años, es una vergüenza. ¡Con los pibes y las pibas, no!
*Ex coordinador de inferiores de Independiente.
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